martes, 3 de abril de 2012

Cap 4.Clara

Abrí  los ojos al sentir una mano en mi pecho y me incliné un poco encontrándome con una escena un tanto cómica: Cristina estaba tumbada en el borde de la cama en posición fetal, porque a su derecha y exactamente en el centro se encontraba Re con los brazos y piernas abiertos cómo si estuviera haciendo un ángel de nieve, solté una silenciosa carcajada  y giré la cabeza hacia la izquierda buscando mi reloj con la mirada. Las 7 y cuarto, me levanté y me puse mis zapatillas de conejitos ésas que le hacían tanta gracia a María pero que en realidad le encantaban y fui directa al cuarto de baño. Cogí mi bata del perchero al terminar y salí por la puerta cerrándola nuevamente. No quería volver a la cama así que baje las escaleras para ir al salón.
Encendí  la tele y me tumbé en el sofá haciendo zapping con el mando, nada aquí, nada allá, seguí así hasta que di con la TNT, estaban echando El Mentalista una de mis series preferidas.

Eran las 8 y media cuando sentí a alguien bajando las escaleras, pude distinguir a Sol riñendo a María por el ruido que estaba haciendo al bajar las escaleras, me empecé a reír.

-Hombre pero mira quien está aquí-dijo María.
-¿Es que ya una no puede relajarse viendo su serie favorita?-contesté volviéndome a reír.
-Más bien una de sus miles-respondió Sol.
En ese momento me di cuenta de que estaban vestidas.
-¿A dónde vais? Son sólo las 8 y media.
-Al supermercado, porque cómo éstas se levanten y no vean nada nos matan-respondió Sol.
-Lo que yo no sé es cómo María no te ha matado antes-respondí burlona, vi a María que me miró con mala cara para luego desternillarse de risa.
-Bueno… ¡hasta luego y llevamos llaves!-me dijeron las dos a la vez.

Les respondí con un hasta luego y volví a concentrarme en la serie que momentos antes habían interrumpido.

María

Salimos por la puerta y lo primero que hice fue apretarme la bufanda contra el cuello, no entendía cómo esta noche había hecho tanto calor y ahora hacía un frío de mil demonios, en fin memos mal que me había traído ropa de todo tipo gracias a mi madre. Llevaba puesto unos pantalones pitillos marrones con unas botas de borreguitos y en la parte de arriba una blusa blanca con un jersey de lana encima, acompañados por mi maxi bolso negro que utilizaba casi a diario. Sol no se quedaba atrás, llevaba un conjunto muy parecido al mío pero con un bolso menos grande y un gorrito de lana. Sin perder tiempo nos dirigimos al centro.

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